Reconozco hoy que muchas de las dificultades de comprensión y de producción de los discursos infantiles y adolescentes, que al comienzo atribuía a cuestiones sintácticas o problemas de cohesión o coherencia, sólo fueron haciéndose comprensibles desde el conocimiento.
María Isabel Resquejo | 15/10/2005
Base documental inicial, a la vez que experiencia de investigación que, en definitiva, contribuyó a establecer la evidencia siguiente: para abordar y comprender la producción linguística oral de niños y adolescentes resultaba necesario formular un modelo teórico cuyos ejes estructurantes o principios organizadores requerían de progresiva sistematización. El modelo teórico, definido como Lingüística Social, fue el resultado, el punto de llegada -y no el a priori tanto del proceso de investigación de los aspectos antes señalados como de la producción lingüística infantil y adolescente- en relación a situaciones vitales y experiencias (praxis) compartidas a lo largo de casi quince años; lo cual constituyó una opción epistemológica compleja, pero a nuestro criterio, imprescindible (2).
Proceso de configuración de la identidad lingüística: principios organizadores
Principios organizadores
Destaco, como principios (ejes) organizadores (estructurantes) del proceso de aprendizaje, comprensión y producción linguística oral a:
a ) las condiciones concretas de existencia en las que se nace y vive; lo cual implica conocer y analizar:
el momento y circunstancias histórico-políticas en los que tiene lugar tal práctica social;
la clase social de pertenencia y su "representación" en los discursos orales;
el modo de producción vigente en la región estudiada;
las características del lugar de origen y residencia de los sujetos;
tipos de vivienda y distribución de los espacios ;
organización familiar, roles y trabajos; grado de participación de los niños y adolescentes en tales actividades;
grado de escolaridad alcanzado por los miembros de una familia y/o comunidad;
tipo de reconocimiento o valoración social de este complejo universo recortado.
b ) los aprendizajes y experiencias sociales desde un triple aporte: 1) senso -motriz- perceptivo; 2) linguístico y 3) socio-histórico-cultural
Esta triple matriz o aporte implica reconocer, comprender y analizar:
las formas culturales de registro e interpretación del mundo objetivo, de la naturaleza, desde temprana edad; las experiencias culturales y sociales valoradas o minusvalorizadas;
las características y funciones de las co-relaciones entre lenguaje motriz y verbal;
el rol social y la valoración que se le adjudica a la palabra (ideas, conceptos) de las distintas generaciones y clases sociales;
las características linguísticas y los tipos de discurso de alta y baja frecuencia en la comunidad o grupo;
las formas de transmisión culturales vigentes en la región estudiada.
Así, por ejemplo, desde este principio organizador indagaremos:
cómo perciben y nombran los niños el entorno en el que viven;
qué tipo de información tienen de las geografías locales y mediante qué expresiones linguísticas aluden a ellas;
si han sido o no "entrenados" desde temprana edad a registrar los datos empíricos de la naturaleza y/o los de la realidad local, nacional y cómo incide este tipo de aprendizaje en la génesis y configuración de sus estrategias linguístico-comunicativas;
el aprendizaje de las nociones témporo-espaciales.
Es decir, cómo se fue gestando y/o modificando la referencia linguística de los fenómenos y procesos naturales y sociales; a qué edad han desarrollado la capacidad de explicar lo que hacen con independencia de la situación vivida; y si la variante linguística de su grupo social recibe alta valoración o es considerada como "pobre cuando no inculta y vulgar"; etc.
c) tramas vinculares, relaciones y representaciones psico-sociales; resultantes de experiencias vinculares y familiares, de relaciones humanas y representaciones subjetivas que se han establecido e internalizado desde temprana edad y que pueden modificarse.
Este eje nos posibilita indagar y comprender, por ejemplo:
la génesis y desarrollo del sistema de parentezco que un niño aprende a nombrar, a definir segun la familia a la que pertenece;
las formas de organización familiar vigentes en el grupo de pertenencia;
el tipo de expresiones que utiliza cuando se dirige a personas de más edad;
las estrategias y recursos linguísticos que usa, a edades diferentes, para expresar los afectos, los vínculos familiares y las relaciones sociales;
los discursos auto-referenciales en distintas etapas;
el tipo de frases, argumentos, narraciones y explicaciones con los que da cuenta de la vida, la muerte, la soledad, la ternura, el miedo y la alegría, a diferentes edades;
cómo alude a las genealogías familiares y cuánto sabe acerca de ellas y de su origen.
A su vez, cada principio es co-operante y la modificación de alguno de ellos (como por ejemplo, el de las tramas vinculares) puede operar modificaciones parciales en los demás.
Así, a, b y c operan en el cerebro humano y en la identidad de manera interdependiente lo cual, a su vez, posibilita comprender cómo se gesta y desarrolla la organización de la sintaxis y semántica del lenguaje humano. Las relaciones, enlaces y jerarquías de tales sintaxis van complejizándose, jerarquizándose progresivamente a lo largo de la vida.
Reconozco hoy que muchas de las dificultades de comprensión y de producción de los discursos infantiles y adolescentes, que al comienzo atribuía a cuestiones sintácticas o problemas de cohesión o coherencia, sólo fueron haciéndose comprensibles desde el conocimiento; por ejemplo, del tipo de tramas vinculares-familiares desde la que los niños habían aprendido a nombrar, por ejemplo, las relaciones de parentezco.
http://www.espaciologopedico.com/articulos/articulos2.php?Id_articulo=886
Anyela Molina Rosales CI :19597827
sección 2
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