domingo, 6 de febrero de 2011




Lingüística computacional (II)







Para que el lenguaje pueda ser procesado por un ordenador de manera mecánica es necesario plasmar el funcionamiento de un idioma en un modelo formal que pueda ser manejado por una máquina. La lingüística computacional, por tanto, debe desarrollar modelos del lenguaje que permitan decidir cómo se forman las oraciones, cuáles están bien creadas, si su significado es correcto, etc. Y, además, estos modelos deben ser matemáticos, tratables por algoritmos de cálculo.




Hay dos grandes tipos de modelos del lenguaje:




a) Modelos algebraicos o axiomáticos en los que el idioma se representa por medio de símbolos que pueden ser combinados y analizados de acuerdo a la teoría de conjuntos y la lógica algebraica. Estos modelos contienen un conjunto de elementos sobre los que aplicar los cálculos (que, en primera instancia, podríamos identificar con las palabras del idioma), un conjunto de restricciones que establecen qué combinaciones de los elementos son admisibles (por ejemplo, que un sustantivo y un adjetivo deben concordar en género y número) y un conjunto de reglas que pueden aplicarse sobre los elementos y las restricciones (por ejemplo, que una frase posible es determinante+sustantivo+verbo+adjetivo) de modo que se generen oraciones válidas.

Un modelo de este tipo intenta plasmar la estructura lógica del lenguaje.

b) Modelos estadísticos en los que no se pretende una representación precisa del idioma sino que se analiza la frecuencia estadística de la aparición en el mismo de ciertas palabras, combinación de ellas, cada morfena, cada sintagma, cada categoría sintáctica, cada significado en caso de ambigüedades, etc. Si la base de datos sobre la que actúa un modelo de este tipo es suficientemente grande será muy probable que pueda encontrarse una oración o que pueda completarse otra a partir de ciertos componentes.


Las aplicaciones comerciales existentes, especialmente en el caso de los traductores computerizados, se basan más en modelos estadísticos mientras que los desarrollos del lenguaje en el ámbito de la inteligencia artificial y la búsqueda del ordenador hablante se basan en los algebraicos. Y en la creación automática de literatura es muy posible que esta aproximación sea también más posibilista.


Los modelos algebraicos 


Vimos anteriormente que, simplificando, un modelo algebraico contiene tres partes fundamentales: el conjunto de símbolos, el conjunto de restricciones y el conjunto de reglas.




El conjunto de elementos es el diccionario sobre el que queremos actuar. Si se trata de una aplicación genérica, ese conjunto será el total de palabras de una idioma. Por el contrario, si se busca un programa especializado en un campo determinado (por ejemplo, un algoritmo que interactúe en el diagnóstico médico), ese corpus se reducirá a ese nicho específico, lo que simplificará el tratamiento.




Dentro del conjunto de elementos pueden existir subconjuntos complementarios. Por ejemplo, si además de comprender expresiones y crearlas en pantalla, la máquina debe escucharla y hablarla, entonces deberemos tener una base de datos fonética.




El conjunto de reglas incluirá todas aquellas formas admisibles en la construcción de frases. Así, en castellano, una regla que habría que introducir en el algoritmo sería:

SN -> (DET) + N

Ecuación que puede leerse como Un sintagma nominal se compone de un determinante opcional y un nombre.

Con esta regla se pueden formalizar enunciados como El caballo. El componente entre paréntesis significa que puede ser opcional. En el sintagma nominal anterior, sólo el sustantivo es obligatorio.

Pero también podemos fijar reglas como:

SN -> (DET)+ N+ (ADJ) para, por ejemplo, El caballo blanco

O bien:

SN -> (DET)+ (ADJ) +N+ (ADJ) para, por ejemplo, El bonito caballo blanco

En la fase de análisis, usualmente muy laboriosa, es preciso determinar todas las reglas posibles y las excepciones (que no son sino reglas adicionales).

El conjunto de restricciones debe incluir todas aquellas normas obligatorias que el lenguaje contiene. Por ejemplo, en español, debe existir concordancia de género y número por lo que la regla anterior:


SN -> (DET)+N+(ADJ) tendría una restricción, acumulada en el conjunto de restricciones, del tipo:






O, lo que es lo mismo, si el determinante tiene un valor "a" de número (que, evidentemente será masculino, femenino o neutro), el sustantivo y el adjetivo tendrán ese mismo valor. Y si el determinante tiene un valor "b" de género (que podrá tomar el estado singular o el estado plural), el sustantivo y el adjetivo tendrán ese mismo valor. A los términos a tener en cuenta dentro de las restricciones se les suele denominar rasgos




Con estos sencillos mimbres ya tendríamos una mini gramática

Si, ahora, le propusiéramos al ordenador que nos dijera si el sintagma nominal El hermoso cielo es correcto, nos contestaría que sí lo es. Porque encontraría todas las palabras en el conjunto de elementos almacenado en su memoria, hallaría que la restricción de género y número se cumple y calcularía que ese sintagma nominal encaja en la regla SN-> (DET)+N+(ADJ) almacenada en memoria, con lo que todas las condiciones se cumplirían.




Observemos ya tres problemas.

Primero, imaginemos un sintagma del tipo El bonito, ágil, hermoso caballo. Ese sintagma SN-> (DET)+(ADJ)+(ADJ)+(ADJ)+N no estaba en la base de reglas anterior pero la sentencia es correcta por lo que deberíamos añadir esta nueva regla.


Pero, un escritor imaginativo podría también escribir El bonito caballo, ágil, hermoso, excelso caballo. También es correcto pero esa regla con cuatro adjetivos no está contemplada. Deberíamos añadirla. Y así sucesivamente.


Somos rápidamente conscientes de que toda la libertad real de un idioma requeriría una explosión de reglas que llevaría rápidamente al bloqueo del sistema. Por eso, debemos incluir el concepto de recursividad, modificando las reglas para que puedan admitirla. Así, todos los casos anteriores se podrían resumir en una regla del tipo:

SN-> (DET) + &(ADJ)& + N + &(ADJ)&

Donde "&--&" indica que ese componente puede repetirse. Con esta única regla, podríamos categorizar todos estos sintagmas nominales:

El caballo blanco

El bonito caballo blanco

El ágil, bonito caballo negro

El bello, rápido caballo negro

La lejana, recóndita, aislada casa blanca

El guepardo, rápido, cruel, indómito.


La recursividad, entonces, permite la economía de reglas lo que implica una mayor rapidez de procesamiento y menor uso de memoria y potencia de cálculo. Hubo que esperar, no obstante, a que los programas informáticos permitieran dicha recursividad para poder implementar este concepto. Particularmente, PROLOG fue el hito que marcó el uso de la recursividad en informática.




El segundo problema es que, a pesar de recurrir a procesos recursivos, el volumen de reglas es tan enorme que dificulta terriblemente la creación de la base de datos que las contiene y su tratamiento informático. Excepto que se trate de un corpus muy restringido – pongamos por caso una gramática que sólo trate de comprender y expresar mensajes meteorológicos, por ejemplo- la aproximación por reglas pronto choca con límites prácticos.




Y el tercer problema que observamos con nuestra mini gramática es que ahora el ordenador es capaz de generar sintagmas nominales correctos pero no siempre con sentido. Por ejemplo, nos diría que El mar sólido es un sintagma correcto. Y lo es gramaticalmente. Pero evidentemente, no tiene sentido. Por tanto, deducimos que amén de todo lo anterior, un modelo del lenguaje debe tener contener también un submodelo semántico, que analice si el significado es correcto. Y esto es muy complicado porque incluso ese el mar sólido que, en la mayoría de los casos, es incomprensible podría tener un significado metafórico en un poema o un significado real en un relato de ciencia ficción sobre planteas lejanos con mares sólidos.

Los modelos estadísticos




Desarrollar un modelo axiomático es una tarea titánica y compleja porque, sobre todo, requiere análisis y lógica, atributos que no son propios de los ordenadores sino de las mentes humanas. Lo que una computadora hace con gran eficacia es calcular y ordenar. Para usar estas ventajas se han desarrollado los modelos estadísticos. En todos ellos, hay una base de datos de palabras y expresiones tipo. Cuanto mayor sea, más probabilidades de que los resultados sean buenos.

En un sistema de este tipo pueden existir:

- Base de datos de frases típicas, de moldes. Es el método que usábamos en el tutorial para crear poesía automática que vimos en esta entrada. Introducir en memoria los patrones de las formas poéticas (serventesio, redondilla, soneto,…) entraría también dentro de este tipo de bases de datos. El ordenador se limitaría a rellenar los huecos de los moldes con palabras que cumplieran las restricciones.


- Almacenamiento de millones de frases, catalogándolas por frecuencia y proximidad. Usando este método, podríamos, por ejemplo, escribir al estilo de Benavente ya que el ordenador, en todo momento, recurriría a patrones usuales en ese escritor y variaría palabras para generar frases distintas pero, aún así, similares.

- Fuerza bruta, que se puede usar sobre todo en la traducción. Si es complicado traducir palabra a palabra por las ambigüedades, cambios de sentido, etc… usemos una base de datos billonaria de frases. Es muy probable que encontremos la que buscamos en ella. Y con la potencia de cálculo de las máquinas actuales, la tarea de búsqueda en un tiempo razonable es factible. Y lo será más en el futuro. En el caso ideal, si la base de datos contiene todas las frases posibles de un idioma y todas las de otro y existen relaciones biunívocas establecidas entre ambos conjuntos, la traducción será perfecta. En definitiva, este método se asemeja al que se va usando más y más en los juegos de ajedrez por ordenador en donde, amén de un algoritmo deductivo central, se almacenan millones de partidas, aperturas y finales que potencian el rendimiento.

- Retroingeniería lingüística, que se basa en deducir reglas de los millones de frases almacenadas en la base de datos. Si es complicado deducir lógicamente la gramática formal, podemos buscar frecuencias entre la miríada de datos. Si el ordenador encuentra, por ejemplo, que la regla SN->(DET)+N+(ADJ) aparece con una frecuencia del 95% deducirá que es una regla gramatical válida aún cuando el usuario no sepa nada de esa lengua. Un filólogo de Níger puede no saber español pero si su ordenador le muestra que esa regla tiene una frecuencia del 99% en español deducirá que es válida aún cuando no hable el idioma.







 

 


 

 


 

 





Anyela  Molina Rosales CI :19597827
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Curso de lingüística general

Curso de lingüística general (Cours de linguistique générale) fue una obra publicada en 1916, fundamental para la lingüística del siglo XX. Su autor es Ferdinand de Saussure, pero no fue él quien en vida diera a la luz el libro. Fueron sus alumnos y compañeros quienes decidieron dar a la imprenta el curso tras su muerte. Sucesivas ediciones del mismo libro han ido dando a conocer nuevas aportaciones y variaciones. La gran contribución de Saussure puede verse en el hecho de haber sido el primer científico que delimitó el objeto de estudio de la lingüística: la lengua, considerada, desde el punto de vista de su organización interna, como un sistema de signos.


Primera Edición: 1915 (en el libro de M. Arrivé se dice que se editó en alemán en 1913. Ver referencia en Arrivé. M. P. 17 en español, (Título original: Langage et psychanalyse, linguistique et inconscient, Freud, Saussure, Pichon, Lacan). Edit. S. XXI.)


La obra póstuma fue recopilada por sus alumnos Charles Bally y Albert Sechehaye. Constituye un hito histórico,fundador de la lingüistica moderna e influencia fundamental para el desarrollo del estructuralismo.


Basado en notas de su cátedra, correspondientes a los tres cursos sobre lingüística general dictados en 1906-1907, 1908-1909 y 1910-1911, cursos desarrollados en la Universidad de Ginebra, tras suceder a Jospeh Wertheimer en 1906. El texto es una reconstrucción hecha por sus alumnos, basándose particularmente en el último de los tres cursos y las notas recuperadas del maestro.


La primera parte del texto expone cuestiones relativas a la historia y la descripción de las lenguas indoeuropeas, pasando luego a exponer las ideas de Saussure sobre los principios y los métodos de la lingüística.


[editar] Aportaciones de Saussure a la lingüística

Ferdinand de Saussure, en su Curso de lingüística general, propuso una serie de dicotomías en su afán por hacer del estudio del lenguaje una ciencia mucho más racional de lo que hasta entonces había sido, así como una serie de conceptos que conformaba la lengua como estructura.


Una de las dicotomías más importantes que realiza se da al separar el lenguaje en lengua o langue(sistema de signos) y el habla o parole (manifestación particular de ese sistema en el acto de comunicación). Es importante destacar que la langue precede necesariamente a la parole, es decir, sin la internalización del sistema lingüístico no podemos llevar a cabo el acto del habla. Con esta división se separa a la vez lo que es social de aquello individual y lo que es esencial de lo que es accestorio o accidental. La langue es aquello que el sujeto registra pasivamente, no existe premeditación. Además, es externa al sujeto y él no presenta la capacidad de modificarla. La parole, por el contrario, es un acto individual y voluntario y que se da de forma diferenciada en cada sujeto. Debido a esta descripción, Saussure propone el estudio de la lengua y no del habla, dado que la primera es algo objetivo, no existe la variedad, mientras que el habla se modifica a voluntad del sujeto, lo cual la hace inestudiable en el modo en que Saussure concebía la lingüística.


Saussure entiende la lengua como un sistema semiótico formado por signos lingüísticos. El signo lingüístico es definido como una entidad psíquica con dos caras intimamente unidas y que se reclaman reciprocamente. Estas serían el significante (forma fónica o imagen acústica) y significado (concepto mental al que corresponde la imagen acústica). Las diferencias en el significado vendrían provocadas por las diferencias en el significante. Cabe destacar que la relación entre estos significados se da de forma arbitraria, por lo que podemos decir que el signo lingüístico es arbitrario. Un ejemplo propuesto por Saussure es el de la idea de sur, que no está necesariamente ligada a la sucesión de sonidos s-u-r, por lo que podría estar ligada a cualquier otra sucesión de sonidos, tal y como pasa en otras lenguas diferentes.


Otra dicotomía básica es la de 'diacronía' (estudio del lenguaje a lo largo del tiempo) y 'sincronía' (estudio del lenguaje en un determinado momento histórico). Saussure sitúa su estudio del lenguaje en la sincronía argumentando que el lenguaje es un sistema de valores puros que sólo está determinado por los acuerdos existentes en un momento dado. Es muy aclaratoria la metáfora del ajedrez presentada por él mismo para explicar este argumento. Él mantiene que ocurre como en un juego de ajedrez, donde el observador que se incorpora a la partida no necesita, para entender todo lo que ocurra a partir de entonces, saber todo lo que ha pasado anteriormente a su llegada.


La de paradigma (relación en ausencia entre los elementos que pueden formar parte de una enunciación) y sintagma (relación que se establece en presencia entre los elementos de la enunciación, lineal, en un tiempo y en un espacio).



Componentes y proceso del habla según los conceptos de Ferdinand de Saussure



http://es.wikipedia.org/wiki/Curso_de_ling%C3%BC%C3%ADstica_general


Anyela  Molina Rosales CI :19597827

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LINGÜÍSTICA Y (PSICO)SOCIOLOGÍA:   UNA INTERDISCIPLINARIEDAD NECESARIA

Introducción



Una excesiva imagen mecanicista del mundo ha llevado casi a ver como el procedimiento científico por excelencia el análisis, la descomposición de los fenómenos en sus partes constituyentes. Como en una máquina, si veíamos los elementos de una unidad y su ensamblaje 'interno' podíamos explicarnos más adecuadamente el objeto y comprender su funcionamiento. Este 'reduccionismo' de las totalidades a sus partes constituyentes si ciertamente nos ha aportado un aumento ingente de conocimiento sobre el funcionamiento y la organización de la realidad, en especial en el mundo físico-químico básico, también presenta, no obstante, limitaciones e inadaptaciones cuando nos enfrentamos con las dimensiones más dinámicas y complejas de la vida y del mundo psico-socio-cultural. Un énfasis excesivo en este procedimiento científico puede llegar a ser negativo para el propio avance del conocimiento al olvidar y descartar fenómenos tan importantes como el contexto  -el medio-  en que se produce el fenómeno o 'lo emergente', aquello que ocurre no sólo por una yuxtaposición ordenada de las partes sino por una interacción no simple entre ellas o bien entre ellas y otros elementos fundamentales del entorno.




Ha sido precisamente el deseo de actuar conforme a los dictados del 'método científico' –vistos los avances extraordinarios de las ciencias de la materia- lo que ha llevado a las ciencias socioculturales y de la comunicación a una asunción acrítica, en muchos de los paradigmas prevalecientes durante buena parte del siglo XX, de los presupuestos teóricos y metodológicos de la física del XIX. Desde un hiperempiricismo equívoco, por ejemplo, muchas de sus escuelas descartan los fenómenos mentales  -las ideas, las emociones, los significados, etc.- como parte de la realidad que tienen en cuenta para sus investigaciones. Se llega al absurdo: no sólo sociología sin mente, sino incluso psicología sin mente. Lo único que existe desde esta posición científica es lo 'exteriormente' observable, sin darse cuenta de que no hay observación 'exterior' sin la mente de algún observador que la perciba y se la represente. Los procedimientos analíticos y reduccionistas  y las imágenes frecuentemente unidimensionales, separadas y estáticas de la realidad procedentes de la antigua física son también seguidos a pie juntillas aun cuando la nueva física ya se ha alejado de ellos. Así, el físico inglés David Bohm podía afirmar que se había llegado "al estrambótico resultado de que en el estudio de la vida y la mente, que son precisamente los campos en los que es más evidente para la experiencia y la observación que la causa formativa actúa en un movimiento fluyente no dividido ni fragmentado, se da ahora la creencia más amplia en el sistema fragmentario atomista de acercamiento a la realidad"[1].




De hecho, en biología o en lingüística el procedimiento analítico ha sido probablemente el predominante en la mayor parte del siglo XX. En el descubrimiento de los últimos elementos, en la reducción a las unidades elementales básicas creíamos que encontraríamos las respuestas fundamentales para la comprensión de los fenómenos. Y ciertamente el conocimiento generado ha sido impresionante. Pero también hemos visto más contemporáneamente sus límites. Llegar, por ejemplo,  a los formantes de los sonidos de las lenguas humanas, por ejemplo, nos permiten conocer aspectos importantes del plano 'material' de los códigos verbales pero nos dicen poco acerca del funcionamiento sociosignificativo de los mismos. Creo firmemente, pues, que al lado de una lingüística 'hacia dentro' debe haber también una lingüística 'hacia afuera', o incluso construida 'desde fuera', una lingüística que he llamado 'holística' en otra parte[2], pero que bien podría tener otros rótulos.




Dividir, pues, en partes una realidad ampliamente interdependiente e imbricada puede llevar al absurdo y a caminos sin salida si esto no se complementa con una visión amplia de los fenómenos y con el estudio de sus integraciones mutuamente sostenedoras y retroalimentadoras. Debemos, pues, distinguer sans disjoindre, como dirá Morin. Así, distinguir, focalizar, enfatizar, pero sin desunir, sin romper lo real, es uno de los grandes desafíos de las ciencias socioculturales y de la comunicación en el mundo contemporáneo. Seguir con la división y el frecuente alto grado de desconocimiento y olvido entre las distintas comunidades científicas es abocarnos a una actividad frecuentemente estéril y a un enorme retraso en la comprensión de los fenómenos que nos interesan. Que la sociología ignore ampliamente la psicología o al revés, o que la lingüística ignore la sociología o también a la inversa, o que las ciencias cognitivas olviden las aportaciones de la antropología o de la sociología no es ciertamente bueno para nadie. De hecho, como ya señaló Norbert Elias, "sooner or later it will become necessary to examine critically the presently ruling division of labour among human or social sciences", ya que "the nature of language cannot be properly explored by a type of psychology which is centred on the individual. Nor does it fit into the main stream of sociology which so far neglects the paradigmatic information which the complex 'knowledge, language, memory and thought' requires[3]."  Un nuevo paradigma unificado debe, pues, emerger capaz de dar cuenta del carácter complejo de los fenómenos lingüísticos y de la comunicación en general.












2. Interdisciplinariedad y perspectiva de complejidad




El desarrollo de modelos científicos válidos y generalmente aceptados para las ciencias socioculturales y de la comunicación no será probablemente tarea fácil. Así, la multitud de variables que intervienen en la realidad social y su interdependencia, los cambios sociales rápidos y continuos, la potencial diferente actuación de los individuos con respecto a las mismas variables, el sentido de los actos sociales, y el carácter cualitativo y no cuantificable de muchos aspectos de la realidad social, constituyen dificultades importantes para conseguir un grado de inteligibilidad comparable al del conseguido sobre los fenómenos en qué la mente humana no está presente.  Además, el propio hecho de que el investigador constituya una variable más  -dado que intenta comprender el mundo a partir de su inevitable acción mental en tanto que sujeto- o las dificultades de aplicar técnicas experimentales o de simulación junto con los problemas de reproducción y repetición de las investigaciones, hacen que la obtención de conocimiento riguroso y contrastado sobre estos fenómenos sea realmente costosa y complicada. No obstante, los seres humanos no podemos renunciar a nuestra propia inteligibilidad. El desafío es claro y debemos darle respuesta.




Esta deseada inteligibilidad, no obstante, como producto cognitivo que es, depende en gran parte de nuestros modelos de realidad y de las arquitecturas conceptuales que  sostienen nuestro 'alumbramiento'[4]  del mundo. Por el momento, pues, debemos intentar avanzar hacia la construcción de modelos e imágenes más adecuados de la realidad con las propuestas que tengamos a mano, como por ejemplo con la teoría de sistemas u otras perspectivas holísticas, por medio de las cuales podemos intentar integrar los todos y sus partes a la vez, incluyendo los subsistemas y los suprasistemas de nuestro nivel de análisis, y, viendo simultáneamente las interinfluencias 'interiores' y 'exteriores' con nuestro plano de atención. Hay que tener siempre muy presente que en un sistema vivo el entorno está en su interior. No puede ser, pues, un sistema 'cerrado' sino 'abierto' ya que "il ne peut être logique totalement qu'en introduisant, en lui, l'environnement étranger. Il ne peut s'achever, se clore, s'auto-suffire"[5].




El desafío de crear nuevos modelos inter- y transdisciplinarios  de comprensión de los fenómenos lingüísticos y sociales puede no ser fácil. La propia conceptualización, por ejemplo, del tipo de objeto que es el 'lenguaje' puede ser aún controvertida, igual como la formalización de sus descripciones y lo que éstas deben incluir. Probablemente no va a ser sencillo para los propios seres humanos llegar a comprender cómo ejecutan sus producciones de significados y cómo organizan sus comportamientos comunicativos. Después de haber avanzado de manera importante en el conocimiento de los fenómenos físico-químicos y de la organización biológica, la conquista de la comprensión de las propias personas, de sus actividades y de sus construcciones socioculturales puede resultar más difícil que la tarea hasta ahora llevada a cabo por el pensamiento científico.




Y es que lo que llamamos 'lenguaje' es un objeto multiforme y escurridizo, presente imbricadamente en distintas actividades de los seres humanos y difícil, pues, de precisar, situar, y delimitar.  ¿Qué propiedades lingüísticas tienen en concreto los seres humanos (biológicamente determinadas)? ¿Qué debemos entender por 'lenguaje'? 1. ¿Las formas físicas proferidas y su combinatoria u organización? 2. ¿La actividad psíquica que tiene lugar cuando las proferimos?  3. ¿La que tiene lugar cuando las interpretamos? 4. ¿Todo el conjunto?  ¿De hecho, cómo es posible realmente el fenómeno de la 'significación'? ¿Y el de la comprensión intersubjetiva  -la 'comunicación'?




En este sentido la lingüística padece las confusiones teóricas de las otras disciplinas que acompañan al estudio de la mente y del comportamiento humanos. Sin una teoría clara aún del funcionamiento del cerebro/mente ni tampoco de manera precisa sobre la interacción y las sociedades humanas, la lingüística debe debatirse entre las distintas propuestas tentativas existentes en uno y otro lado y tratar de actuar imaginativamente y con creatividad para desembrollar sus propios objetos y a la vez para aportar aclaraciones a las disciplinas circundantes. ¿Qué relaciones se producen entre estados mentales y experiencia(s)?  ¿Cómo las unas influyen sobre los otros y viceversa? ¿Cómo llegan a tener significados las percepciones sensoriales (visuales, táctiles, auditivas, gustativas, olfativas)? ¿Cómo se construyen las ideas con las que pensamos el mundo y nos guiamos en él? Si postulamos la existencia de una 'facultad de lenguaje' en el cerebro/mente, ¿de qué manera/s se (inter)relaciona ésta con otros sistemas de actividad cerebro-mental necesarios para una comprensión integrada de los fenómenos significativos y comunicativos?  ¿Cómo llegamos a las convenciones 'compartidas' que se hallan en la base de los comportamientos lingüísticos en cada sociedad particular? ¿Cuál debería ser exactamente el estatus epistemológico de los comportamientos colectivos de los humanos? ¿Cómo es posible, pues, finalmente, la intercomprensión –expresión e interpretación- lingüística entre los seres humanos?




Una mirada rápida hacia otras disciplinas científicas, más relacionadas con los aspectos materiales de la realidad, líderes tradicionalmente de la renovación de los paradigmas con que enfocamos los objetos y fenómenos del mundo, nos hace ver lo interesante que puede resultar para las ciencias del lenguaje y la comunicación  -y, de hecho, para el conjunto de las disciplinas socioculturales-  observar y estudiar sus evoluciones en el último siglo.


Contemplar, así, las innovaciones teóricas y conceptuales de disciplinas como la física teórica o la biología, puede resultar enormemente motivador para la renovación de los paradigmas de la lingüística y de los campos que incluye. Autores procedentes de la física, por ejemplo, como Ilya Prigogine[6], David Bohm[7] o Fritjof Capra[8], pueden ser, creo, iluminadores de preguntas y pistas  para la renovación creativa de la imaginería conceptual de nuestras disciplinas socioculturales.




Uno de los marcos, por ejemplo, más interesantes –por sugerente e integrador- para un campo como el de la lingüística, desarrollado en estos últimos años, es el que va cristalizando en la llamada 'perspectiva de complejidad'. Aunque con aportaciones de distintos autores y campos, la formulación de la 'complejidad' que encuentro en conjunto más acertada para nuestros quehaceres es la construida por el antropólogo y pensador francés Edgar Morin[9]. Así, y resumiendo a grandes rasgos, la perspectiva de 'complejidad' puede ser positiva y de gran ayuda para una mejor teorización lingüística en general, porque rompe con, a) la idea de que el conocimiento pueda existir sin el observador o el significado sin el significador, b) la visión 'fragmentarista' y reduccionista de la realidad y los modelos excesivamente mecanicistas, c) los modelos de causación únicamente 'lineal', d) la tendencia a la dicotomización de las categorías sobre la realidad, e) el principio aristotélico de la 'exclusión del tercero' (lógica binaria: si está aquí no está allí), f) el olvido de la mente en algunas de las ciencias sociales de nivel 'superior', g) un tratamiento inadecuado de las relaciones entre los todos y las partes, y, h), una visión de la creatividad excesivamente basada en la lógica y no en la intuición e imaginación 'artísticas' del científico[10] .




Esta aproximación permite así, finalmente, la superación adecuada de antinomias de larga tradición que bloquean nuestra comprensión de la realidad y nos distraen con discusiones estériles. Lo real es, pues, co-existente, co-dependiente: el individuo está en la sociedad que está en el individuo; la mente está en la cultura que está en la mente; la lengua está en la sociedad que está en la lengua. Lo que intuimos que ciertamente ocurre es así 'decible', formulable: las interdependencias, las imbricaciones, la realidad de los elementos que evolucionan influyéndose y determinándose mutuamente. También para el físico David Bohm la metáfora del holograma –donde cada una de sus partes contiene información sobre todo el objeto[11]- es ilustrativa de esta manera de pensar mejor el mundo. Bohm distingue entre tratar de comprender la realidad a través de un orden 'explicado' o bien 'implicado'. Desde el primer punto de vista las cosas están desplegadas y solamente se encuentran en su región particular del espacio y del tiempo, y fuera, pues, de las regiones que pertenecen a las otras cosas. Los elementos son representados como estando fuera los unos de los otros, con separación e independencia. Por el contrario, desde el orden 'implicado', como en el holograma, 'todo está plegado dentro de todo', las interdependencias y las integraciones son el fundamento de la realidad, y el universo es visto como una 'totalidad dividida en movimiento fluyente'.




Así, enlazando con la física cuántica y a partir del problema de la dualidad onda-partícula,  Bohm & Peat llegan a la conclusión de la preeminencia del 'campo' sobre los elementos que el mismo pueda contener: "Instead of taking a particle as the fundamental reality, start with the field", o lo que es lo mismo, "the particle is no longer used as a basic concept, even though the field manifest itself in discrete units, as if it were composed of particles" [12]. La posibilidad de una aproximación a la lingüística y a las ciencias socioculturales en general que, partiendo del 'campo', es decir, de la totalidad más que de los elementos individuales constituyentes,  pueda llevarnos a aportaciones necesarias e importantes para la mejor comprensión de los fenómenos sociocomunicativos aparece clara e imprescindible.  Aplicar, pues, metáforas o imágenes teóricas de la complejidad nos será de gran ayuda. Pensar los distintos niveles de la estructura lingüística no de manera separada sino unida e integrada dentro de un mismo marco teórico, ver sus interdependencias funcionales, situarlos en una multidimensionalidad mayor que incluya lo que durante mucho tiempo ha sido considerado 'externo'  -el individuo y su cebrebro-mente, el sistema sociocultural, el mundo físico, ...- ampliando, así, nuestra partitura habitual, debe llevarnos a avances teóricos y prácticos importantes y, diría que imprescindibles. Norbert Elias, desde las ciencias sociales, lo vio ya de manera precursora: "j'essayais de montrer qu'une société se compose certes d'individus, mais que le niveau social possède des regles qui lui sont propres et que l'on ne peut pas expliquer seulement en fonction des individus"[13].




Concebir, pues,  el fenómeno lingüístico empezando por la totalidad que constituyen los seres-humanos-en-sociedad-dentro-de-un-mundo e ir desplegando las distintas dimensiones y los diferentes elementos que subyacen entrelazadamente en este todo parece, pues, una tarea entusiasmante. Re-unir los distintos planos más desarrollados hasta ahora por los lingüistas y por los (psico)sociólogos en una partitura orquestal o polifónica común e integradora, dando cuenta de los distintos fenómenos de emergencia[14] de nuevas propiedades y funciones que aparecen en las combinaciones armónicas de los mismos debe ser una de las tareas fundamentales de la lingüística del siglo XXI.






Debemos, pues, claramente 'ecologizar' el pensamiento lingüístico, dejar de pensar los sistemas lingüísticos como 'cerrados' y abrirlos a sus conexiones íntimas con los seres humanos a los cuales aquellos contribuyen también a constituir sociocognitivamente. De hecho, esta 'ecologización' del pensamiento, este tener en cuento los contextos de los fenómenos de manera integrada con los mismos, no es sólo un desafío para las ciencias del lenguaje y la comunicación sino en especial reconocido ya para el conjunto de las ciencias humanas[15]. Sociologías –e incluso psicologías- sin mente, psicologías sin sociedad/cultura, economías sin seres humanos ni medio ambiente, medicinas sin emociones ni sentimientos, etc. han presidido la mayor parte de los paradigmas predominantes en el siglo XX. Debemos abandonar con rapidez la concepción de homo clausus en favor de homo non clausus, sustituyéndola, como señala Norbert Elias, por la de un "individu fondamentalement en relation avec un monde, avec ce qui n'est pas lui-même ou elle-même, avec d'autores objets et en particulier avec d'autres hommes...."[16].








3. Conclusiones




Una de las consecuencias más felices de incorporar la perspectiva de complejidad a los fenómenos lingüísticos es terminar con las discusiones acerca del locus de la lengua. Para Saussure era fundamentalmente social, para Chomsky básicamente mental. Para nosotros hoy puede ser social  y mental a la vez, sin ver contradicción sino integración y emergencia, dado que, como ya se ha señalado, en los fenómenos sociomentales los objetos pueden no estar en un solo lugar ni pertenecer necesariamente a un solo orden de cosas. De hecho pueden estar en los 'cruces', en los 'nudos' de cosas y planos distintos, similarmente a como Óscar Vilarroya ve el locus del conocimiento: "El konocimiento (...) no está en los libros, ni en los arkadios, sino en el complejo formado por los libros, los arkadios y la comunidad"[17] [sic]. Creo que deberíamos concebir la 'lengua' o el 'fenómeno lingüístico' también, pues, como un complejo, y no como un 'objeto'. En el complejo 'lengua' no participa solamente la estructura o el sistema (cerrado) 'lingüístico' sino que es absolutamente necesaria la imbricación con el aparato cognitivo-emotivo del individuo, y el resto del mundo natural y social. La 'lengua' es, a la vez, noosfera, y psicosfera y sociosfera, como ya indicó Edgar Morin.  Muy  probablemente deberemos modificar nuestra perspectiva sobre las lenguas, para pasar a pensarlas como 'red' (network)  en vez de como 'sistemas', tal como la inmunología ya ha efectuado[18].




Una imagen que nos posibilita un cierto pensamiento paralelo y en red y además nos incorpora la dinamicidad es, como ya ha sido sugerido, la de la partitura orquestal o polifónica. Lo más interesante de este tipo de notación es el hecho de poder observar su (des)armonía, el hecho de que no se entiende la actuación de cada instrumento si es tomado uno a uno, en solitario, dado que su causalidad está en el todo armónico, en el conjunto, en su interdependencia con el resto de instrumentos a fin de producir una emergencia, un hecho de carácter nuevo, es decir, la composición total de que se trate, para ser percibida por seres humanos que también la 'interpretarán' en sus mentes como un todo perceptual.  La imagen de la partitura puede usarse para distintos fines, en lingüística. Por una parte puede dar cuenta de las distintas dimensiones organizativas que intervienen de forma simultánea e integrada en la producción de la significación lingüística  -fonético-fonológica, morfosintáctica, tonal, gestual, cognitiva, sociopragmática, etc.-, lo cual nos da mucha más potencia de inteligibilidad en la explicación de las producciones lingüísticas. Por otra, si de lo que se trata es de incorporar dimensiones superiores que intervienen en la decisión del comportamiento (socio)lingüístico  -grupales, políticas, etc.-  también es muy útil dado que podemos plasmar las armonías y desarmonías causadas por los eventos sociales o políticos de todo tipo, su evolución temporal  -las adaptaciones o reacciones producidas en las otras dimensiones, etc.




Una lingüística que vea la lengua como complejo y no como 'objeto'[19] puede enfrentarse con muchas más posibilidades de éxito a la tarea de hacer posible la inteligibilidad del fenómeno lingüístico y comunicativo. Puede dar cuenta integradamente y de manera realista de los significados de las formas lingüísticas –incorporando al 'significador'-, de la adquisición y uso de las mismas  -al tener claramente integrados a los seres-humanos-en-sociedad-, así como explicar sus vicisitudes históricas cambiantes  -al no renunciar a la dinámica del fenómeno-, e incluso la desintegración y/o desaparición de los sistemas lingüísticos  -al situarlos de manera lógica y natural en relación con los eventos políticos, económicos, mediáticos, demográficos, ideológicos, etc.




En este marco, pues, creo que la lingüística puede encaminarse sin temor hacia la ampliación de sus pentagramas originales  -fundamentalmente dirigidos a un sistema 'interno'-  y dar cabida a las dimensiones hasta ahora más vistas como 'externas' pero indudablemente participantes en la realización de los actos comunicativos. Si nos colocamos en la teoría de sistemas, diríamos que necesitamos incorporar los suprasistemas sociomentales en los que se da el fenómeno lingüístico, es decir, su ecosistema general, en cuyo marco puede aquél existir, desarrollarse y cambiar, y del cual a la vez constituye un elemento fundamental de su funcionalidad.




Esta renovación paradigmática debe consagrar definitivamente la toma en consideración del hecho cerebro-mental en toda su amplitud humana, desde la significación a la emoción, y desde la interpretación a la decisión comportamental teleológicamente influida. Así, hay que descartar definitivamente la metáfora del 'contenedor' y convencernos de que, aunque no nos lo parezca a primera vista, no son las palabras –igual que las otras cosas perceptibles-  las que 'significan' sino nosotros quienes les damos significado, de acuerdo con nuestras experiencias previas fijadas en nuestro depósito cognitivo y/o con las innovaciones ideáticas que queramos crear. No hay, pues, ni signo ni significado sin significador. Como indica, creo que acertadamente, Vilarroya, "la palabra es un interruptor del mundo virtual que integra el kontenido, y no su símbolo" [20][sic].




Desde este punto de vista creo que debemos dinamizar con eficacia la 'lingüística de la (socio)significación', en paralelo a una 'lingüística de las formas'. Es decir, del 'todo' que para el fenómeno lingüístico serían los humanos-interpretantes-en-sociedad hacia las formas lingüísticas particulares, promoviendo el camino al revés de como ha sido generalmente el desarrollo de la disciplina. Esto quizás nos podría permitir llegar más rápidamente a una teorización general comprehensiva que si sólo seguimos subiendo peldaños a partir de las formas sonoras.



http://sites.google.com/site/complexityforsocialscientists/inter--and-transdisciplinarities

Anyela  Molina Rosales CI :19597827

 2 parcial

 sección 2


Origen del Lenguaje de Señas

Las lenguas de señas son lenguas naturales de producción gestual y percepción visual que tienen estructuras gramaticales perfectamente definidas y distintas de las lenguas orales con las que cohabitan.


La lengua de señas, o lengua de signos, es una lengua natural de expresión y configuración gesto-espacial y percepción visual (o incluso táctil por ciertas personas con, gracias a la cual las personas sordas pueden establecer un canal de información básica para la relación con su entorno social, ya sea conformado por sordos u oyentes. Mientras que con el lenguaje oral la comunicación se establece en un canal vocal-auditivo, el lenguaje de señas lo hace por un canal gesto-viso-espacial.








Se ha observado el uso indiscriminado del término "Lengua" y "Lenguaje" de Señas, lo que produce confusión, razón por la que es necesario aclarar que la palabra correcta es "Lengua de Señas", debido a que la definición linguística de Lenguaje corresponde a "la capacidad del ser humano para expresarse y comunicarse"; en tanto Lengua corresponde al "sistema de signos que emplea una comunidad linguística como instrumento de comunicación". Recuerde: la palabra correcta es "Lengua de Señas" y no "Lenguaje de Señas".




Desde sus orígenes:


Aun cuando las lenguas de señas sean actualmente usadas casi exclusivamente entre las personas con sordera, su origen es tan antiguo como las lenguas orales o incluso más, en la historia de la aparición de la Humanidad, y también han sido y siguen siendo utilizadas por comunidades de oyentes.

De hecho, los amerindios de la región de las Grandes Llanuras de Norte América, usaban una lengua de señas para hacerse entender entre etnias que hablaban lenguas muy diferentes con fonologías extremadamente diversas. El sistema estuvo en uso hasta mucho después de la conquista europea.

Otro caso, también amerindio, se dio en la isla de Manhattan, donde vivía una tribu única en la que un gran número de sus integrantes eran sordos, debido a la herencia de desarrollo de un gen dominante, y que se comunicaban con una lengua gestual. Un caso similar se desarrolló en la isla de Martha's Vineyard al sur del estado de Massachusetts, donde debido al gran número de sordos se empleó una lengua de señas que era de uso general también entre oyentes, hasta principios del siglo XX.

Pese a esto, no existen referencias documentales sobre estas lenguas antes del siglo XVII. Los datos que se poseen tratan, sobre todo, de sistemas y métodos educativos para personas sordas.

En el año 1620 Juan de Pablo Bonet publica su Reducción de las letras y Arte para enseñar á hablar los Mudos, considerado como el primer tratado moderno de Fonética y Logopedia, en el que se proponía un método de enseñanza oral de los sordos mediante el uso de señas alfabéticas configuradas unimanualmente, divulgando así en toda Europa, y después en todo el mundo, el alfabeto manual, útil para mejorar la comunicación de los sordos y mudos.





En esta obra (entre las páginas 130 y 131) aparece un abecedario ilustrado mediante grabados calcográficos de los signos de las manos que representan las letras del alfabeto latino. Del tratado sobre Reducción de las letras y Arte para enseñar a hablar los Mudos se hicieron traducciones a las principales lenguas de cultura.

Sobre la base del alfabeto divulgado por Bonet, Charles-Michel de l'Épée publica el siglo XVIII su alfabeto, que básicamente es el que ha llegado hasta la actualidad, siendo conocido internacionalmente como alfabeto manual español.










¿Que tan importante es manejar la lengua de señas hoy en dìa?


Tomando en cuenta  que estamos en un mundo "globalizado", la comunicación es muy importante para cualquier fin que anhelemos; asi La comunicación puede mover fronteras y derivar muros y sobre todo unir. ¡Te invitamos a opinar!